En España el consumo de leche ha caído un 20% desde el año 2000. En concreto, hemos pasado de las cuatro millones de toneladas de leche que se consumían en los hogares hace 18 años a las 3,18 millones de toneladas del pasado año, según datos de la Federación de Industrias Lácteas (FeNIL). Un descenso que, si bien se ha moderado, no parece aún que tenga freno.La tendencia negativa continuó en 2017. Los españoles bebimos un 0,3% menos de leche que en el ejercicio anterior. En términos de facturación, el retroceso de la categoría es mayor, cae un 2,3% debido al abaratamiento del precio medio en un 1,9% hasta los 0,69 euros/litro.
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En total, consumimos así 74,51 litros de leche por persona y año -incluyendo leche sola, con cacao y café con leche-, según recoge el informe anual del consumo alimentario elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Con un importante descenso del consumo doméstico de un 4,1% hasta los 68,83 litros por persona y año.
La leche semidesnatada es la de mayor presencia en los hogares españoles, alcanzando el 47% del volumen total consumido, con un aumento en compra del 1,9%. De esta forma, la leche desnatada representa el 28,4% del consumo y la leche entera el 24,6%. Pero en ambos casos sufren retroceso tanto en demanda como valor.
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"Si la causa del descenso del consumo fuera una sola sería muy fácil de atacar", señala la directora general de la Organización Interprofesional Láctea (Inlac), Águeda García-Agulló. Los motivos que explican la caída van desde el descenso de la población al aumento de las personas veganas, pasando por la confusión en torno a cuál es la ración recomendada o, simplemente, a que las personas desconocen que están reduciendo su ingesta de lácteos. "Las personas que hacen la compra no son conscientes de que disminuyen el número de raciones de lácteos que toman al día", señala García-Agulló.
Para el director general de la patronal FeNIL, Luis Calabozo, no se trata de "un problema de abandono -la leche está presente prácticamente en el 100 por cien de los hogares- sino de frecuencia y de menor compra". Una caída que, según un estudio de FeNIL, se concentra en un grupo de hogares, el de aquellos con hijos entre los siete y los 17 años y con hijos independizados. Estos forman un total de seis millones de hogares que descendieron su consumo de leche en un 42% entre 2011 y 2016. Pero este grupo no es consciente de que disminuye la ingesta de leche. "Siete de cada 10 de estas personas cree que sigue comprando lo mismo e incluso más. Son reductores inconscientes", apunta Calabozo.
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Así que lo que queda es "despertar al consumidor y recordarle que la leche es importante", indica el responsable de FeNIL. En ningún caso, señalan tanto desde Inlac como desde FeNIL, el descenso tiene que ver con una mala imagen de la leche. Creen que las campañas, como la de una semana sin lácteos que promovía a finales del pasado mes de agosto las organizaciones vegetarianas, hacen más ruido que otra cosa. Ambas asociaciones consideran que esos consumidores que han reducido la ingesta siguen confiando en los beneficios de la leche y que se trata más "de un problema de olvido, de pensar que ya no son tan esenciales", indica Calabozo. En este mismo sentido, la directora de Inlac señala la necesidad de trabajar para que la población sea "consciente del número de raciones de lácteos que son necesarios al día".
Defensa del producto
Aquí llega un mea culpa por parte de la industria. "Hemos considerado que este producto se defiende solo, pero si no recuerdas que la leche está ahí pueden llegar otros que se muevan y convenzan a la población", apunta Calabozo. El responsable de FeNIL indica, además, que las bebidas vegetales han vivido crecimientos importantes porque partían de una cuota muy baja pero, en ningún caso, han sustituido los volúmenes que ha perdido la leche. Uno de los problemas, por ejemplo, fue la confusión que generaba que los productos de líquido blanco pudieran llevar la denominación de leche. Algo que cambio en junio del pasado año cuando el Tribunal Superior de Justicia Europeo dictaminó que los productos puramente vegetales, como la soja o el tofu, no pueden comercializarse bajo la denominación de leche, nata, mantequilla, yogur o queso, que quedan reservados para productos de origen animal.
El sector lácteo quiere por ello despertar al consumidor. "Creemos que se puede recuperar, hemos notado ya en el último año una estabilización y hacemos muchos esfuerzos para trasladar a la sociedad esta necesidad", apunta Calabozo.
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