De acuerdo con los datos del Informe de Consumo de Alimentación en España 2017, este superó los 102.580 millones de euros, lo que supuso un aumento del 3,6% con respecto a la anterior medición, realizada en 2015. Sin embargo, el crecimiento del gasto alimentario en los hogares ha sido menor, solo un 0,6%. Esta tendencia de crecimiento se mantiene desde 2014, aunque todavía se sitúa un poco por debajo del máximo de la serie histórica de los últimos diez años, que en 2010 rondó los 103.800 millones de euros. Del total consumido, algo más del 80% fue destinado a alimentos y el 20% restante a bebidas. En función del lugar de consumo, el 34% se realizó fuera del hogar y un 66% corresponde a la cesta de la compra.
Las cifras no son tan positivas si se analizan en valor unitario. Representó un gasto per cápita anual en España de 1.480 euros en 2017, con una caída del 3,2%. En Extremadura fue sensiblemente menor, 1.184 euros anuales, equivalente a 567 kilos/litros de alimentos, con una disminución todavía más elevada, del 9,2%.
A primera vista estos datos son contradictorios. Por un lado, el crecimiento en valor absoluto, junto con el alto porcentaje de consumo fuera del hogar, podrían trasladar la idea de mejoría en la situación económica de las familias o, al menos, en una cierta recuperación de confianza en el devenir de la economía. Sin embargo, la bajada en el gasto per cápita dicen lo contrario, en particular en un momento en el que la población nacional no está en expansión. Esta anomalía podría ser explicada por el repunte localizado del consumo, en donde determinada parte de la población ha incrementado el consumo de forma sustancial, pero otros colectivos mantienen una situación precaria de gasto alimentario.
En cuanto al comercio electrónico, sigue su proyección ascendente, aunque todavía representa tan solo el 1,2% de la cesta de la compra, siendo el supermercado el principal canal de distribución.
Otro importante aspecto es el desperdicio alimentario, que se ha reducido casi el 10% desde 2014 y un 5,7% en el último año. Una evolución muy prometedora que muestra el éxito de las campañas de sensibilización acometidas desde diferentes estamentos. En todo caso, no hay que bajar los brazos, ya que la cifra de alimentos tirados a la basura todavía asusta, son de media 23,6 millones de kilos cada semana, 1.229 millones de kilos al año.
Otra gran batalla que libran las autoridades sanitarias es conseguir una alimentación saludable mediante una dieta equilibrada. En ella, los productos frescos tienen gran relevancia, algo que sí queda reflejado en este panel de gasto, en el que casi el 40% en volumen y casi el 44% en valor económico se destina a productos frescos, al menos en la alimentación en el hogar. El consumo per cápita de verduras y hortalizas supera los 101 kilos por persona y año, mientras que la fruta se sitúa en 96 kilos per cápita. Con estos datos, se puede estimar un consumo medio diario por encima del medio kilo de frutas y hortalizas, lo que parece una cifra bastante elevada que, de forma aproximada, equivaldría a cuatro raciones diarias.
Otro dato llamativo es el de bebidas, liderado por el agua embotellada, a pesar de las intensas críticas que ha recibido este sector en los últimos años, con motivo de la compleja gestión del envase como residuo plástico. Un consumo que se sitúa un 60% por encima de las bebidas refrescantes, o de la cerveza, justo a continuación. El vino, producto íntimamente relacionado con buena parte de nuestros territorios rurales, se encuentra por detrás de estas bebidas, e incluso del café.
Puede consultar la noticia original AQUI