Llama la atención los hallazgos encontrados en el estudio The Future Urban Reality firmado por Ericsson, el cual luego de estudiar al consumidor en 31 países determinó cómo podría ser el consumidor hacia 2025.
EL consumidor ha vivido un cambio radical en los últimos meses y aunque la pandemia parece estar cada vez más bajo control, lo cierto es que lo aprendido durante la pandemia modificará sus hábitos de manera permanente.
Mucho se ha dicho sobre la hiperdigitalización del consumo; sin embargo, eso no es todo lo que debe ponerse sobre la mesa.
El reto para las marcas
Ahora mismo, las marcas tienen ante si un reto sin precedentes en donde refrendar su propuesta de valor frente al cliente es el gran desafío.
Esta premisa se ve reforzada por los hallazgos encontrados en la última edición del informe Meaningful Brands de Havas, el cual entre muchas conclusiones ha indicado que el consumidor sería indiferente a la desaparición del 75 por ciento de la marca que ahora mismo están en el mercado al argumentar que encontrarían fácilmente un reemplazo.
El problema está lejos de la disposición de ciertas marcas en el punto de venta. En realidad, el problema radica en la poca confianza que se tiene en las marcas. De hecho, el 71 por ciento de las personas tienen poca fe en que las marcas cumplirán las promesas que realizan, y solo el 34 por ciento piensa que las empresas son transparentes sobre sus compromisos y promesas. Solo el 47 por ciento de las marcas son consideradas como confiables.
Ente tipo de escenarios podrían no hacer más que hacerse más complejos al paso del tiempo razón por la cual para los equipos de marketing anticiparse será la mejor estrategia para no perderse en un momento que aunque parece especialmente confuso, entrega muchas oportunidades de crecimiento.
El consumidor del 2025
Con esto en mente, llama la atención los hallazgos encontrados en el estudio The Future Urban Reality firmado por Ericsson, el cual luego de estudiar al consumidor en 31 países determinó cómo podría ser el consumidor hacia 2025.
Aunque los puntos encontrado en esta investigación son diversos y atañen diversas aristas y roles en los que se mueve el consumidor, la realidad es que las conclusiones se pueden agrupar en 3 grandes claves que las marcas deberán considerar para entender al consumidor que se espera hacia el primer cuarto de este siglo:
Nuevas prioridades
La pandemia permitió a los consumidores revalorizar muchos de los aspectos de la vida, con lo que ahora, el contacto con la familia y llevar estilos de vida más sanos se convertirían en una prioridad dominante.
La búsqueda de un propósito muchos filosófico y humano acompañará a cada decisión tomada, en donde las elecciones de compra no serían la excepción.
Más digitales, con nuevo enfoque
En este juego la tecnología jugará un rol vital. Este aspecto será visto como la herramienta ideal para conseguir tiempo que les permita, por ejemplo, dedicar tiempo a la familia, al crecimiento personal o a contribuir a mejoras sociales.
En este sentido, tenemos que uno de cada dos consumidores espera usar el elearning para adquirir nuevas habilidades y más de la mitad considera que todo su entretenimiento será online. Al mismo tiempo, más de un tercio de las personas realizará sus compras en todas la categorías mediante canales digitales.
De esta manera, veremos como el tiempo destinado a onlines se dispara durante 2025 a10 horas en promedio a la semana, pero con un enfoque distinto, en donde la comodidad y la búsqueda de tiempo para disfrutar fuera de línea (por irónico que parezca) será la constante.
Locales, pero más estresados
Por último, durante los siguientes cuatro años, estaremos frente a un consumidor “defensor del consumo local”.
Esta tendencia será una respuesta a la necesidad de contribuir al freno de ls cuestiones nocivas ambientales . Durante la pandemia se aprendió que lo local puede tener menores impactos ambientales razono por la cual la mitad de los consumidores reconoce que espera comprar más productos locales, en parte por responsabilidad climática. El cambio climático preocupa, de hecho, a la mitad de los consumidores globales.
Esta preocupación el bienestar personal y general se contrapondría con un escenario en el que los niveles de estrés serán especialmente más altos ante lo demandante que puede ser esta nueva normalidad. Un 64 por ciento de los consumidores cree que aumentará el estrés en la sociedad, mientras que tres de cada cinco consideran que habrá que tener varios trabajos para poder llegar a fin de mes.
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