El 74% de los conductores de vehículos no eléctricos creen que la infraestructura de recarga y recarga ultrarrápida aún no está lo suficientemente extendida
Un nuevo estudio de Castrol y bp pulse “Switching ON the rEVolution: The road to EV readiness for markets, carmakers and consumers” revela que el 53% de los consumidores encuestados se plantean la adquisición de un vehículo eléctrico (VE) como su próximo vehículo, y entre los consumidores encuestados que ya han cambiado a un eléctrico, el 99% se plantearían la adquisición de otro VE como su próximo vehículo.
El estudio también muestra que el 97% de los directivos del sector del automóvil encuestados confían en cumplir los plazos de abandono progresivo de los vehículos con motor de combustión interna (MCI) impuestas por los gobiernos. Pese a ello, no todos cuentan con un plan claro para lograrlo: solo el 40% sienten que su empresa está preparada para llevar a cabo la transición de vehículos térmicos a eléctricos.
No obstante, el estudio ha descubierto que los fabricantes de automóviles centran sus esfuerzos en superar estos desafíos, ya que el 66% de los ejecutivos del sector de todo el mundo afirman que la transición es la prioridad estratégica más importante para sus organizaciones. El estudio desvela que, en 2015, una media de solo el 11% del gasto en I+D se centró en vehículos totalmente eléctricos. Esta cifra prácticamente se ha duplicado, hasta el 21% en la actualidad, y los directivos prevén que llegará al 31% en 2025, lo que casi supone casi triplicarla en diez años.
FACTORES QUE AFECTAN
La mayoría de los encuestados creen que los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la transición hacia los VE. Los objetivos de abandono progresivo de los MCI impuestos por los gobiernos se citan como el factor principal que motiva la transición de la industria, según el 63% de los directivos del sector participantes. El objetivo de cero emisiones también supone un factor considerable, ya que el 57% de los directivos afirman que son una motivación importante.
En lo referente a los consumidores, el estudio descubre que reducir la contaminación del aire en zonas urbanas es el principal motivo para que los actuales conductores de vehículos con MCI e híbridos hagan el cambio (el 74% de los consumidores lo consideran importante). Tras este factor se sitúan el de un menor coste de funcionamiento (72%), y también la facilidad de recarga de un VE, ya que puede hacerse en el propio hogar (importante para el 70%).
La preocupación por el precio también está disminuyendo, ya que más de la mitad de los consumidores (57%) están convencidos de que el coste global de un VE (si se tienen en cuenta impuestos, combustible, costes de mantenimiento y precio inicial) es menor que el de su equivalente de gasolina o diésel.
“Es una época muy emocionante para la industria automovilística y nos comprometemos a trabajar con nuestros socios del sector para contribuir a la próxima generación de tecnologías y acelerar la transición hacia los VE. El mundo del transporte es cada vez más eléctrico y productos como los fluidos para VE Castrol ON y las soluciones de recarga de bp pulse tendrán un papel preponderante”, afirma Nicola Buck, vicepresidente sénior de Marketing de bp y director de Marketing de Castrol.
PREOCUPACIONES
Según el estudio, la barrera que más obstaculiza la transición de la industria hacia la movilidad eléctrica es el elevado coste de las baterías, citado por un 56% de los directivos. Las siguientes barreras más importantes son la disponibilidad de infraestructuras de recarga (43%) y la escasez de talento tecnológico (40%).
Asimismo, los consumidores se muestran preocupados por las infraestructuras de recarga. El 74% de los conductores de vehículos no eléctricos creen que la infraestructura de recarga y recarga ultrarrápida aún no está lo suficientemente extendida.
La autonomía se erige como el siguiente factor disuasorio, ya que el 71% de los encuestados creen que los VE tienen menor autonomía que los vehículos de gasolina o diésel, por lo que no son aptos para trayectos largos.
Además, a pesar de que la mayoría cree que el coste de propiedad global de un VE es menor que el de un vehículo de gasolina o diésel, la percepción de un coste inicial más elevado desalienta a muchos (69%).
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