En España, la Pirámide de la Nutrición Saludable de la SENC de 2015 (criticada por algunos dietistas-nutricionistas) sitúa a las legumbres en la base de la alimentación y recomienda el consumo de “2-3 raciones o más a la semana”, lo que equivale a 140-210 gramos, muy lejos de los 60 gramos por semana que consumimos en 2016. Y la Pirámide NAOS publicada en 2008 por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, las incluye entre los alimentos que hay que consumir varias veces por semana.
A nivel internacional, las Guías Dietéticas para los Americanos 2015-2020 publicadas por el USDA, establecen una recomendación de unos 300 gramos a la semana, y el afamado Plato Saludable de la Escuela de Salud Pública de Harvard incluye las legumbres en los alimentos vegetales, que deben suponer el mayor aporte de la dieta, mientras que la pirámide de la alimentación saludable de Australia recomienda el consumo de cinco raciones de verduraso legumbres cada día.
Las noticias sobre el consumo de legumbres en España no son buenas, y los datos indican que cada año que pasa disminuye su ingesta. El Estudio Nacional de Nutrición y Alimentación ENNA-3 del año 1991 ya recogía cómo la ingesta por persona se había reducido de 41 gramos al día en 1964 a 20,2 gramos en 1991. Y esta tendencia ha continuado: según datos de Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, en 2016 el consumo fue de 8,5 gramos al día (menos de 60 gramos por semana). Es decir, casi cinco veces menos.
Para ponerlo en contexto puede ayudar otro dato: el consumo de chocolate por persona en 2016 fue de 10,2 gramos cada día, lo que significa que comemos más chocolate –un alimento superfluo y poco saludable– que legumbres, y las principales entidades de referencia y las guías dietéticas recomiendan un consumo muy por encima del que tenemos actualmente.
En este contexto, tiene sentido que la ONU declarase 2016 como el Año Internacional de las Legumbres para sensibilizar a la población de la importancia de estas semillas, no solo en la alimentación, sino también en la biodiversidad y sostenibilidad ambiental.
El problema no es solo el bajo consumo de legumbres, sino que estas han sido sustituidas por otros alimentos con menor valor nutricional como los alimentos procesados. Incrementar el consumo de legumbres aporta un beneficio doble: se obtienen sus nutrientes y se desplazan alimentos poco saludables.
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