Así lo ha defendió ayer el director general de la Federación Española de Industria de la Alimentación y Bebidas (FIAB), Mauricio García de Quevedo, quien durante una intervención en el Senado también ha pedido a las autoridades elaborar “una definición clara y unificada” de lo que se entiende por desperdicio, ya que actualmente no la hay.

Éste sería el punto de partida a partir del cual “desarrollar una metodología armonizada que permita obtener datos reales, fiables, comparables y representativos“, según ha explicado la patronal en un comunicado en el que resume el contenido de su discurso.

La ponencia del representante de FIAB ante la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación en el Senado se enmarca dentro de las comparecencias convocadas por este organismo para conocer la posición de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria -agricultores, industria, distribución, restauración y consumidor- sobre las medidas a tomar frente al desperdicio.

España es el séptimo país de la UE que más alimentos tira a la basura, con 7,7 millones de toneladas al año, y para combatirlo ya se debate en el Parlamento una proposición de ley (llamada del Buen Samaritano).

Los hogares, líderes en desperdicio

De acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, el 42 % del desperdicio de comida se produce en los hogares, el 39 % en la industria, el 14 % en la restauración y el 5 % en la distribución.

Desde la FIAB han incidido en la importancia de las campañas de sensibilización dirigidas al consumidor con el objetivo de que éste tenga en cuenta las fechas de caducidad y de consumo preferente para ajustar su compra y evitar tirar comida a la basura.

En este sentido, han recalcado que la decisión de establecer estas fechas se basa “en criterios objetivos y científicos” para garantizar la seguridad alimentaria.

Mauricio García de Quevedo ha recordado también que combatir el desperdicio supone un desafío “global” que afecta “a todos los niveles y eslabones de la cadena“, por lo que hace falta “un cambio de actitud de todos los actores” para gestionar los recursos de forma más sostenible y eficiente.

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