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Productos ECO: cómo evitar el fraude en la cosmética natural
Productos ECO: cómo evitar el fraude en la cosmética natural

Productos ECO: cómo evitar el fraude en la cosmética natural

Lo ‘eco’ toma posiciones en el carrito pero, ¿sabe el consumidor diferenciar entre un producto eco y bio de uno que no lo es? La existencia de certificadores como Ecocert es clave para distinguirlos.

Para que un producto cosmético pueda mencionar que es bio o eco tiene que haber sido certificado según un referencial estricto y muy preciso que debe ser visible en el pack o envoltorio (Getty Images)

Una generación clama por una cesta de la compra más responsable con los recursos del planeta. Alimentación, transporte y cosmética… los millennials han abrazado lo eco, abanderando unos hábitos de consumo más saludables. Una conciencia que se ha traducido en un crecimiento del mercado ecológico español del 12,5% según estima la consultora Ecological.

Salud y calidad son conceptos que viajan juntos en el carrito de la compra, especialmente en la de los consumidores millennials. La cosmética no ha permanecido ajena al boom y es uno de los sectores en los que un consumidor más preocupado por la calidad y la composición del producto no ha dudado en premiar y escoger aquellos productos cosméticos que proceden también de la agricultura ecológica, alejados de los derivados del petróleo y parabenos, entre otros.

Más consumo, más fraude

Más suaves para la piel y menos agresivos para el planeta, la cosmética eco se ha afianzado de manera destacada en mercados como el alemán. En España el camino por recorrer es largo, pero la irrupción de decenas de marcas de cosmética natural y orgánica ponen de relieve el tirón de lo eco y el riesgo de que muchas de ellas contengan lo que dicen no contener. ¿Cómo evitar el fraude? Desde 2017, Europa unificó los criterios en todos los países de la UE, pero la existencia de certificaciones privadas es imprescindible.

Reconocer e identificar los elementos que convierten a un producto en ‘eco’ es básico para evitar pagar por algo que en realidad no lo es. Lo primero que tenemos que saber es que ecológico, orgánico y biológico son acepciones que vienen a referirse a lo mismo. Así que la cosmética bio y eco son equivalentes. No obstante, como en cualquier mercado estratégico, las etiquetas eco (y bio) también son víctimas de un uso inexacto o fraudulento, precisamente por su impacto mediático y el poder que ejercen sobre el consumidor.

Certificación, el cortafuegos contra el fraude

La cosmética ecológica se formula a partir de ingredientes ecológicos. Estos son cualquier ingrediente procedente de agricultura ecológica, cultivado y recolectado respetando el equilibrio de los ecosistemas naturales. Por tanto, la agricultura ecológica no utiliza productos químicos sintéticos, organismos genéticamente modificados ni sustancias no presentes de manera natural en el suelo.

Tal y como destaca Ecocert, el primer órgano en el mundo en certificaciones ecológicas, para que un producto cosmético pueda mencionar que es eco tiene que haber sido certificado según un referencial estricto y muy preciso que debe ser visible en el pack o envoltorio. Solo un sello puede garantizar que el producto está regulado y controlado, que respeta los principios y requisitos ecológicos y que la información que reciben los consumidores es clara y transparente.

El sello más exigente en cosmética

Dentro del mercado europeo, existen diferentes organismos independientes a los fabricantes de cosmética que auditan los productos para avalar que cumplen con los requisitos exigidos por la certificación ecológica. Uno de los más importantes en Europa es Ecocert, certificador, entre otros, del estándar más exigente y completo a nivel europeo dentro del ámbito de la cosmética: COSMOS Organic. Aunque no es el único, sí es el más riguroso y ambicioso con la naturaleza del producto cosmético.

Su objetivo es proteger, en el campo de los cosméticos, el medioambiente y el bienestar de las personas. Lo hace, en primer lugar, fomentando el desarrollo de cosméticos que sean cada vez más naturales y ecológicos. Y en segundo, asegurando que los consumidores cuentan con información clara y transparente. Para ello, este estándar establece criterios innovadores y cada vez más exigentes.

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