Si para obtener una hipoteca, el banco te exige contratar un seguro de vida, no tienes que quedarte con el que te quieran colocar. Aunque gracias a él obtengas una rebaja de los intereses y parezca interesante, lo que ahorras por un lado quizá lo pierdas por otro, pagando una póliza cara, que para colmo puede dejarte colgado cuando más la necesites.
Seguros de vida ligados a la hipoteca
La mayoría de los seguros de vida se venden a través de los bancos y suelen estar ligados a la solicitud de un préstamo hipotecario. Al menos, eso se desprende de las respuestas de 1.500 españoles de entre 25 y 55 años, a una encuesta de la proveedora de seguros de marca blanca IptiQ:
Para OCU, estas cifras dejan claro que se trata de un mercado cautivo: consumidores que aceptan lo que el banco les ofrece por desconocer que pueden negarse, por comodidad o para acelerar la obtención del dinero.
La mayoría se conforma con la oferta del banco, pero está lejos de ser una buena idea.
Los riesgos de quedarse con el seguro vinculado
Si vas a coger el seguro de vida que el banco te ofrece, estudia bien las condiciones porque podrías encontrarte algunos problemas:
Y lo peor de todo: en cualquier cumpleaños del contrato y siempre que te avise con dos meses de antelación, la compañía puede dejarte en la estacada, sin cobertura cuando más lo necesitas y quizás sin opciones a contratar otro seguro. O usar otra forma soterrada de expulsarte, subiéndote la prima tan desorbitadamente, que no te quede más remedio que marcharte.
Otras veces los bancos pueden ofrecerte seguros que tienen una duración determinada y no se pueden anular antes del final. Algunos son de prima única, es decir, que se pagan de golpe al contratar, y otros se pagan en varias cuotas, incluso de periodicidad anual. Tienen la ventaja de que sabrás cuánto te van a costar desde el principio y la desventaja de que no los puedes anular (si son de cuotas y los dejas de pagar sin más, quizás tenga implicaciones desagradables en el préstamo al que van vinculados). Además, son rígidos: con el paso del tiempo, te puede interesar cubrir un capital más pequeño, ya que tu deuda con el banco será menor según vayas devolviendo el préstamo; pero con estos productos el capital es el que es desde el principio y no se puede ajustar.
El remedio: una buena hipoteca y un buen seguro independiente
Si vas a contratar una hipoteca y un seguro de vida para cubrir la deuda si falleces o quedas incapacitado (es muy posible que te lo exijan para prestarte el dinero), elige lo mejor en ambos casos.
Idealmente, el seguro debería reunir estas características:
Las diferencias entre contratar un seguro u otro pueden ser enormes en términos de ahorro: en nuestro último estudio, comprobamos que un asegurado de 40 años podría ahorrarse más de 11.000 euros durante el plazo de 20 años, según qué póliza eligiera.
En cuanto a la hipoteca, sírvete de nuestro comparador para encontrar las que ofrecen mejores condiciones para tu perfil.
Si ya tienes una hipoteca y vinculado a ella un seguro de vida anual renovable, revisa sus condiciones y recuerda que si no son interesantes, no estás obligado a prorrogarlo si avisas con un mes de antelación al vencimiento anual. Eso sí, asegúrate de qué repercusiones tiene prescindir de él en las condiciones de la hipoteca y no lo des de baja hasta tener claro que el seguro al que te cambias te admite y firmas la nueva póliza.
Y por último, con o sin hipoteca, consulta nuestro informe sobre seguros de vida y usa nuestra calculadora para saber si realmente necesitas o no contratar un producto de este tipo y por qué capital.
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