El frío de estos días amenaza con dejarnos helados en la calle... y en casa. La factura de la calefacción es una de las bestias negras de la economía doméstica y en enero y febrero, coincidiendo con las mínimas anuales, registra los picos más altos. Desde el Ente Vasco de Energía (EVE) nos dan algunas pistas para sacar el máximo aprovechamiento... y calor a los radiadores. Empezando por no pasarse de calor. «Por cada grado de más se incrementa un 7% el consumo energético», con el consiguiente abultamiento del recibo, que no sería tanto como ese 7% porque en el montante total de la factura buena parte del dinero que se paga no es por el consumo sino la potencia contratada, pero aún así se encarecerá. Y lo mismo ocurre en verano con cada grado más frío en el aire acondicionado. Así que cuidado al girar la rueda de la temperatura. Pero no solo eso.

No más de 21 grados 

Los calentones no son prácticos y, además, son caros

Una casa que no tenga puesta la calefacción estos días perfectamente puede quedarse a 12 o 13 grados. Si eso es fresco en la calle, en el hogar es frío. Y contra el ambiente gélido, muchos optan por el calentón, poner la calefacción a tope dos o tres horas al llegar a casa. «Cuando hace tanto frío la primera hora de calefacción en casa ni se nota porque a los radiadores les cuesta coger calor. Y si al cabo de dos horas los apagas el poco calor acumulado se escapará también rápidamente». Desde el EVE explican que la calefacción «lo que hace es calentar el aire y después ese aire cálido templa las paredes, que mantienen la temperatura en la vivienda». El problema es que en dos horas a las paredes y a los muebles no les da tiempo a coger el suficiente calor porque se parte de una temperatura de inicio muy baja.

Mejor siempre encendida

Puede parecer un sinsentido, pero los especialistas en consumo energético aseguran que una calefacción encendida las veinticuatro horas gasta menos que si le pegamos dos o tres calentones diarios de un par de horas cada uno. «Lo ideal es tener el radiador a unos 17 grados cuando no se está en casa y en los ratos en los que se está, subirlo a 20 o 21 grados. De esa manera consumirá menos, porque no se le pegarán arreones bruscos». Recomiendan dejarlos encendidos incluso si se va a estar dos o tres días fuera de casa. «En ese caso se pueden bajar un poco, a unos quince grados. Pero cuando regresemos y queramos notar calor será más fácil que suba la temperatura si partimos ya de 15 grados que si nos encontramos la vivienda helada con 12».

Puertas abiertas

Eso de atrincherarse en la sala con la calefacción a tope es solo un parche porque en cuanto asomas por el pasillo te quedas helado. Es mejor que el calor se distribuya de manera homogénea por la casa y la manera es «dejar las puertas abiertas, salvo de aquellas habitaciones que no se usen y que, por tanto, no sirva de nada tener calientes». Claro que no necesitaremos el mismo calor en todas las estancias. «En las habitaciones basta con 18 o 19 grados».

Ventilar a mediodía y no más de 10 minutos

Por mucho frío que haga fuera, las viviendas necesitan ventilarse todos los días, unos diez minutos en invierno. La clave es cuándo abrirlas. «No hay que ventilar nada más levantarse proque a las siete u ocho de la mañana hace mucho frío fuera y si abrimos las ventanas en ese momento el calor se escapará rápidamente. Es mejor esperar a las doce del mediodía, que es cuando se registran normalmente las máximas diarias».

Fuente: El correo