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Un nuevo consumidor crítico, responsable y solidario
Un nuevo consumidor crítico, responsable y solidario

El nuevo consumidor conoce sus derechos y reclama más datos sobre los valores que inspiran productos o servicios. Esta realidad impulsa un modelo de producción y consumo responsable que afecta a toda la cadena de valor, e introduce desafíos en la formación educación del ciudadano, en el liderazgo e innovación empresarial, y en el trabajo coordinado de compañías y Administraciones para maximizar la relación entre el retorno empresarial y la sostenibilidad de los recursos.

Los retos del consumo sostenible se centran en aspectos como el dejar de ser un comportamiento en periodo de crisis para convertirse en un fenómeno cotidiano no tan impulsado por empresas o administraciones. Debe formar parte no sólo de las creencias, sino también de la práctica del ciudadano, al que se tiene que proporcionar información técnica y creíble a través de fuentes de fácil acceso.

Además, el cambio de actitud hacia pautas de consumo responsable para el desarrollo sostenible sólo puede darse cuando no implique un sacrificio o una pérdida de bienestar.

La importancia de la tecnología

El ciudadano que apuesta por el consumo responsable puede apoyarse hoy en la tecnología para obtener información y facilitar sus compras. Aplicaciones móviles como Buycott permiten escanear el código de barras de un producto para conocer la empresa o corporación fabricante, las campañas que apoya una multinacional, cómo trata a sus empleados, si hace experimentos con animales, o si contiene Organismos Modificados Genéticamente (OMD).

El desafío para las empresas se concreta en apostar por la innovación poniendo a disposición de los consumidores productos que cumplan con sus preocupaciones sociales y medioambientales, y además hacerlo a unos precios acordes a las disponibilidades económicas. Por la importancia de su labor divulgativa y pedagógica, no es menor el reto para el resto de agentes sociales (ONG ?s o tercer sector), así? como para las administraciones públicas, que a través de los instrumentos de los que disponen (normativa, estándares o subvenciones) pueden favorecer e incentivar el consumo sostenible.

Consumidor exigente

La sociedad pide compañías que miran a largo plazo, sostenibles, y estimuladoras del cambio, razón por la que adquieren importancia valores como el cumplimiento estricto de la legislación vigente, la asunción de compromisos éticos o una gestión responsable y coherente con el impacto que produce la actividad de la empresa. Es necesario entender las tensiones del consumidor como una oportunidad de negocio, tanto desde la innovación como de la comunicación.

El concepto de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) supone la integración voluntaria de las preocupaciones sociales y medioambientales en las operaciones de negocio de una compañía, y en la relación con sus interlocutores o grupos de interés.

Es una apuesta segura. Las últimas tendencias de consumo responsable muestran que la competitividad y rentabilidad de la empresa están relacionadas con cumplir los objetivos de sostenibilidad, y además las organizaciones perciben que las áreas en las que colaboran son tan importantes como en las que compiten.

Al mismo tiempo, las políticas públicas apoyan un modelo de consumo sostenible en el que la transparencia es fundamental y donde ecosistemas de producción y consumo se convierten en circuitos cerrados que no producen residuos en su ciclo de vida.

En un mundo donde la desigualdad social, la extinción de especies y el cambio climático son una realidad, las nuevas generaciones muestran un mayor compromiso social y sostenible. La mayor parte de los ciudadanos asume que cuando compra barato es porque el producto puede estar fabricado en condiciones ambientales o sociales menos responsables, y elegir marcas con valores se consolida como una tendencia.

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